miércoles, 29 de septiembre de 2010

Le proponemos un paseo por este barrio un día laborable cuando ya anochezca : la luz de los comercios ilumina nuestro paso y podemos contemplar en ella la vida como si se tratara de un gran teatro (estación de metro de Jaume I) ; hay que atravesar la Via Laietana y ante su os encontraréis la calle de la Bòria , el antiguo camino que salía de la ciudad romana . Las personas acusadas de blasfemia eran obligadas a pasearse sobre un asno arriba y abajo de esta calle . Hoy en día , el tránsito de peatones es intenso , y tan sólo algunos automóviles circulan lentamente .
Enseguida nos plantamos en la plaza de la Llana, y nos llaman la atención la diversidad de colores a nuestro alrededor: una tienda tradicional de comestibles, un comercio de frutas tropicales con una gran afluencia de clientela... No sólo hay fruta fresca , como las ya tradicionales bananas o piñas americanas de cualquier mercado : también hay mangos , guayabas , aguacates y malanga , un tubérculo de sabor parecido a la patata . Y qué sorpresa cuando descubrimos que el propietario es de origen argelino! las constantes de la Barcelona vieja y uno de sus grandes tesoros : se trata de un lugar donde las fronteras culturales se pueden superar con más facilidad .
Desde hace unos años , también han comenzado a aparecer tiendas y bares de diseño, debido a la proximidad del Born , que contrastan con el ambiente más comercial de barrio . Estos dos mundos se fusionan en la calle de la Flor de Lliri , donde hay una agencia de viajes especializada en África y , incluso , una tienda de arte tribal , ambas con clientela principalmente de fuera del barrio .
De la Llana puede girar a la izquierda por cualquiera de los callejones estrechos y descubriréis la gran concentración de locutorios telefónicos que hay en pocos metros; estos establecimientos son mucho más que una serie de cabinas telefónicas . Se trata de lugares donde personas que comparten el mismo origen aprovechan para encontrarse y charlar .
(...) En Santa Catalina , nombres como el del Bar Boca Chica o la peluquería Corte Tropical nos recuerdan que hemos entrado en una pequeña ciudad dominicana , pero esta vez sin atravesar el Océano . La música merengue que sale de estos establecimientos nos saca definitivamente de dudas .
Sin darnos cuenta, ya estamos en la calle de los Carders . Al comienzo de la calle encontramos una capilla del siglo XII que servía para albergar los viajantes que llegaban a Barcelona cuando las puertas de la ciudad ya estaban cerradas (...)

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